VIVIR EN LA DIMENSIÓN DEL SILENCIO

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VIVIR EN LA DIMENSIÓN DEL SILENCIO

Cuando la estructura del pensamiento pierde su presa, nosotros ya no estamos, antes éramos expectadores y observábamos todos sus movimientos. Ahora estamos en otra dimensión, la del silencio, no perturbada por ningún movimiento. Estamos inmersos en el espacio interior de la vacuidad hemos andado de la energía condicionada, particularmente nuestra, a entrar en nuestro propio ser.
Tan solo existe la totalidad del ser, no un espacio, un tiempo o una individualidad. Sin presiones, ni tensiones del pensamiento, de la memoria, de la razón. Cuando cesa toda identificación se abre el horizonte del silencio. Todo el misterio y el significado de la vida aparece en la inocente comunión con el silencio, cuando el ego no se afirma, ni se agarra a nada.
A pesar de todo nos atrae más experimentar a Dios que crecer internamente. Dios no puede ser experimentado. Lo divino es la totalidad que puede ser comprendida pero no experimentada. Sentida pero no vista. Lo divino es algo más que una experiencia física o psicológica. Si vaciamos nuestras cabezas de todas estas estupideces de encontrarlo, experimentarlo, tendremos el coraje de llegar a la frontera de la verbalización y zambullirnos en el espacio interior del silencio.
La clave de la meditación es la persona sin tiempo, sin causa. Cuando a esta persona le surge la acción, los compromisos de la vida, actuará con vigilancia, con sensibilidad y con espontaneidad. Cuando la acción no sea necesaria para ella se relajará a la espera del silencio, libre de actividad para renovarse. La separación ya no es posible, este cambio no es una adquisición espiritual sino un crecimiento total, y no existirá el miedo a perder lo adquirido.
Meditar es encontrar la eternidad en el momento presente. Implica a la totalidad de mi ser a cualquier respuesta que necesite mi vida interior o exterior. Meditar es aprender a tener una actitud abierta a cualquier cosa que surja en nuestra mente, mientras observamos su movimiento. No está ligada al tiempo, ni al espacio, ni limitada por las construcciones mentales. Es la relación con las cosas tal y como son. Es una pureza de observación, sin aferrarse y sin rechazo.
Nos lleva a la comprensión y al entendimiento sin necesidad de análisis.
SATIPATHANA, es la atención vigilante para ver un pensamiento como tal, sin ser gobernados por él. Tan solo observamos el proceso de pensar, no al sujeto o al contenido.
VIPASSANA: Abrir la conciencia para observar la naturaleza cambiante de las cosas, la experiencia sin objeto.
SAMATHA: Un sólo objeto de calma y atención.
La naturaleza de nuestro pensamiento es en su núcleo “cambio”, como todo fenómeno condicionado.

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